Orixás

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miércoles, 23 de enero de 2013

Oxossi - Oké!

Olofin era rey africano de la tierra de Ifé, lugar de origen de todos los yorubas.
Cada año, en la época de la cosecha, Olofin, conmemoraba en su reino la Fiesta de los Inhames.
Nadie en el país podía comer de los nuevos inhames antes de la fiesta.
Llegado el día, el rey se instalaba en el patio de su palacio. Sus mujeres, se sentaban a la derecha, sus ministros a izquierda y sus esclavos detrás, agitando leques y espanta moscas; mientras los tambores sonaban para saludarlo.
Las personas reunidas, comían inhame pelado y bebían vino de palma. Festejaban y brincaban...

De repente, un enorme pájaro voló sobre la fiesta.
El pájaro volaba a la derecha, volaba a la izquierda... hasta que fué a posarse sobre el techo del palacio.
La extraña ave, había sido enviada por las hechiceras,  furiosas porque no habían sido invitadas a la fiesta.
El pájaro causaba espanto a todos!
Era tan grande, que el rey que era una nube que cubría toda la ciudad.
Su ala derecha, cubría el lado izquierdo del palacio, su ala izquierda cubría el lado derecho del palacio, las plumas de su cola, barrían el jardín y las de su cabeza, la puerta de entrada.

Las personas, asustadas, comentaban:
- Ah! que exquisita sorpresa!
-Eh? De dónde vino este desbarata fiestas!
- Qué vino a hacer aquí?
- Cómo nos libraremos de él?
- Vamos rápido a llamar a los cazadores más hábiles del reino!

De idó, trajeron a Oxotogun, "El cazador de las veinte flechas"
El rey le ordenó matar al pájaro con sus veinte flechas.
Oxotogun afirmó:
- Que me corten la cabeza si no lo mato!
Y lanzó sus veinte flechas, pero ninguna acertó en el pájaro.
El rey mandó prenderlo.

De Morê, llegó Oxotogi, "El cazador de las cuarenta flechas".
El rey le ordenó matar al pájaro con sus cuarenta flechas.
Oxotogi afirmó:
- Que me condenen a muerte si no lo mato!
Lanzó sus cuarente flemas, pero ninguna acertó en el pájaro.
El rey, mandó prenderlo.

De Ilarê se presentó Oxotadotá, "El cazador de las cincuenta flechas".
Oxotodotá afirmó:
- Que exterminen a toda mi familia si no lo mato!
Lanzó todas sus flechas pero, ninguna acertó en el pájaro.
El rey, mandó prenderlo.

De Irema, llegó finalmente Oxotokanxoxó, "El cazador de una flecha sola"
El rey le ordenó matar al pájaro con su única flecha.
Oxotokanxoxó exclamo:
- Que me corten en pedazos si no lo mato!

Oyendo eso, la madre de Oxotokanxoxó, que no tenía otros hijos, fué corriendo a consultar a un babalawo o adivino y, saber que hacer para ayudar a su único hijo.

-Ah! - le dijo el babalawo - su hijo está al borde de la muerte o de la riqueza.
- Haga una ofrenda y la muerte, se volverá riqueza.

Y le enseñó como hacer una ofrenda que agradase a las hechiceras.
La madre, sacrificó entonces una gallina abriéndole el pecho, y fué rápido a la calle a colocar la ofrenda, gritando tres veces:

- Que el pecho del pájaro acepte este presente!

Fué en el momento exacto en que Oxotokanxoxó tiraba su única flecha.
El hechizo pronunciado por la madre del cazador llegó al enorme pájaro.
El aceptó la ofrenda y se rompió el encantamiento que lo protegía hasta entonces.
La flecha de Oxotokanxoxó, acertó en el centro del pecho. El pájaro cayó pesadamente, se debatió y murió.

La noticia se desparramó:
- Fué Oxotokanxoxó, "El cazador de una sola flecha" el que mató al pájaro!
El rey, le había prometido, la mitad de su fortuna, si lo conseguía!
Todas las riquezas del reino, serían divididas por la mitad, y una sería para Oxotokanxoxó!

Los tres cazadores, fueron liberados de la prisión, y como recompensa, Oxotogun, el "cazador de las veinte flechas", le regaló veinte bolsas de buzios.
Oxotogi, el "cazador de las cuarenta flechas", le regaló cuarenta bolsas y Oxotadotá, el "cazador de las cincuenta flechas", le entregó cincuenta bolsas de buzios.

El babalawo, también se sumó a la fiesta y batiendo su agogô cantó:
- Oxowusi! Oxowusi! Oxowusi!
 El cazador Oxo, es popular!

Y asi fué que Oxotokanxoxó, fué llamado Oxowusi.

           Oxowusi!!! Oxowusi!!! Oxowusi!!!

Fuente: "Lendas Africanas dos Orixás."
             Textos: Pierre Fatumbi Verger.
             Ilustraciones: Carybé


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